Sobre Apocalypto, por Juan Carlos Hernández Barrios
Como seguramente saben, se ha hablado mucho sobre la película de Mel Gibson en medios electrónicos, prensa, conversaciones de café, e incluso los comentarios han trascendido a nuestras cuentas de correo del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) , recomendando incluso que sea saboteada y todo.
Apenas ayer la vi y quedé sorprendido de que Mel Gibson haya podido darme una sorpresa agradable. Me explico rápidamente: en su carrera de actor tuvo películas que me parecieron buenas y que lo puedo decir sin apenarme, por ejemplo ahí está Mad Max (I, II y III) y hasta sale librado su personaje en las varias Armas Mortales, siempre en el cine de acción de Hollywood (créanme, en Hollywood sí se hacen buenas películas, no se vayan con la finta de que todo es basura, que la mayoría de las películas de ahí sean viles, comerciales y banales; que haya mucha basura no significa que no surjan buenas películas e incluso obras maestras). Su carrera como director sí me había parecido realmente mala, y eso que sólo vi la de Corazón Valiente, su primera como director y en donde intentó narrar una historia épica y nomás le salió un sobrecargado melodrama de la leyenda de William Wallace (claro que con buenas escenas de acción). La de la Pasión de Cristo de plano ni la quise ver, leí varios comentarios especializados en cine y me esperaba una película aún más sobrecargada que la anterior y con el agravante de que Gibson tenía fama de fanático religioso (sus destellos antisemitas y su problema de alcohol los presumió después, me parece). Y luego viene con Apocalypto, un tema que nos toca de cerca y todos paramos las orejas y abrimos bien los ojos para afilar la crítica contra el osado extranjero que se atrevía a hacer una película sobre los mayas, NUESTROS mayas, parafraseando a una funcionaria del anterior gobierno del DF que decía: “nuestros indígenas” y los presumía como atracción de feria en un evento en el zócalo (aún sigo esperando la versión de la conquista de Tenochtitlán que quería hacer Werner Herzog, el de Grizzli man).
En fin, de inmediato se oyeron las quejas de mucha gente (yo las hojeé en La Jornada, que hizo especial énfasis en mostrarlas) incluyendo especialistas y toda la cosa, incluso de mayas que se quejaron de la imagen de su pueblo proyectada en la película: que si tenía errores historiográficos, que si era racista, que los proyectaba como bárbaros, que la cultura Maya había inventado el cero, que ni los actores eran mexicanos, etc, incluso uno me dio mucha gracia pues decía que hasta dónde llegaba la ignorancia del Mel Gibson que no sabía que no había panteras negras en nuestras selvas, ignorando olímpicamente (el comentarista, por supuesto) el conocido melanismo que puede presentarse en los jaguares.
Algunos de estos comentarios serían acertados e incluso son verdades universales (como el cero) aunque no necesariamente sirven para comentar una película como Apocalipto. Es decir, hay mucha gente que no se quita las gafas ideológicas nunca, y que vive con una distorsión de la realidad permanente; Octavio Paz decía que la ideología hace estragos en las mentes brillantes, y luego la definía: “Ideología: una creencia que no se sabe creencia y que cree que es ciencia”. Y ¿a qué viene este cuento? pues a que no comparto la idea de que el arte (como otras actividades humanas, la ciencia por ejemplo) tenga necesariamente (ojo con el adverbio) que tener un fin combativo contra las tiranías o los imperios, o un fin social y humanitario, o que sólo sirva para mostrarnos la realidad que queremos ver o en la que creemos. Y aquí entra la película, pues a mi parecer es una buena película de acción ambientada en el período previo a la llegada de los españoles a tierras Mesoamericanas (lo cual nomás por eso la hace más buena), ¿y qué ocurría ahí según los historiadores? Pues los grandes imperios Mayas, Bonampak, Calakmul, Tikal, Piedras Negras, etc, aquellos de los que nunca dejaremos de sentimos orgullosos, habían desaparecido hace siglos, siglos literalmente: el período clásico de la cultura maya llegó aproximadamente hasta el 900 de nuestra era. Para la época de la llegada de los españoles habían pasado más o menos unos 5 siglos desde el esplendor; los grandes centros poblacionales habían sido abandonados y se especula mucho sobre eso, las teorías más sonadas son aquellas del colapso ecológico antropogénico, de períodos prolongados de catástrofes naturales e incluso de la pérdida de la confianza del pueblo en sus clases dirigentes, es decir, como una especie de colapso político (quizá este último se pudo haber combinado con la ocurrencia de catástrofes, por ejemplo). Entonces se dice que lo que se encontraron los conquistadores a su llegada no fueron los grandes centros urbanos de antaño, sino pequeños reinos (como el de Cozumel o Tulum), pueblos dispersos, tribus, que vivían guerreando entre sí. Porque así es, los mayas eran muy guerreros, contrario a las creencias románticas ya superadas de que era una cultura pacífica (nomás échenle un ojo a las estelas y vean cuántas representaciones de captura de esclavos y fechas de guerras y victorias se encuentran en ellas). Ni hablar de los sacrificios humanos, práctica omnipresente en Mesoamérica y que tenía un profundo sentido religioso y cultural, lo cual no evita que nos pueda parecer bárbara en nuestra visión occidentalizada del mundo, y conste que en este caso no hablo con desdén de este tipo de visión.
¿Qué hizo Mel Gibson? pues utilizar todos estos elementos para construir una historia de acción sobre un héroe, Garra Jaguar (que por cierto siempre han sido preciosos los nombres prehispánicos de este tipo y los utiliza el director con mucha eficacia en un climax de la historia) que defiende a su familia del ataque de un grupo expedicionario de una ciudad vecina; él pertenece a una tribu pequeña y ésta es arrasada con violencia por esta tropa y los adultos son capturados. El héroe logra rebelarse y huye para recuperar a su esposa e hijo, y no les cuento más detalles porque creo que es bueno que los tome con sorpresa. Y sí, es una historia de acción, muy bien hecha en términos de lenguaje y técnica, que no abusa demasiado del melodrama, y que tiene la virtud de tratar de recrear los grandes tópicos de la historia que nos enseñan en la escuela, como los sacrificios humanos, los sacerdotes guerreros, la selva tropical, pero que también intenta abordar los aspectos cotidianos de lo que pudo haber sido la vida en esa época (aspectos que la historia con mayúscula difícilmente aborda, quizá por lo especulativo que puede llegar a ser), como la logística de una partida de caza de tapir, la camaradería de una tribu, la visión de la clase dirigente desde lo alto de una pirámide, la venta en un mercado de esclavos, y el ambiente en general de una plaza de un centro ceremonial; y todo esto es lo que le da un toque interesantísimo a la historia y lo que me motivó a escribirles todo esto. Especialmente me parece acertada la impresión que se llega a sentir de una ciudad surgida de una cultura sin el mínimo rasgo occidental, como si se tratara de una ciudad de la India o del sureste de Asia en tiempos antiguos. Creo que Mel Gibson logra un balance muy bueno entre la acción física, los grandes tópicos y los detalles del contexto de la vida cotidiana; y sí, ni modo, el climax es una persecución por la selva y el héroe se salva, pero incluso el director se toma una salida que raramente puede ser utilizada en las persecuciones porque nomás no sucedió en todos lados y nunca con tanto impacto. También el director quiere darle un toque de profundidad a la película citando una frase al comienzo que dice que la destrucción de las civilizaciones empieza por adentro, pero hasta se la podía haber evitado, porque no da el mínimo contexto histórico sobre en dónde sucede la historia y tampoco puede profundizar en las posibles causas del colapso. Se sugieren, pero no enfáticamente, acuérdense que le gusta más la acción; a lo mejor aquí cabe una crítica pertinente en el sentido de que al público mal informado (nacional o extranjero) podría quedársele la impresión de que la cultura maya sí estaba bien jodida, hasta lo pudo haber resuelto con unos cuantos párrafos explicativos al principio (hasta en Star Wars lo hacían). Los biólogos más quisquillosos también podrán criticar el comportamiento de una hembra de jaguar que abandona a sus cachorros para perseguir a un agresor o a otro animal misterioso que no se distingue muy bien y que asusta; o que no había anfibios venenosos aquí, pero en fin, me quedo con la impresión de que son licencias menores, considerando que el tema en general nos llega bastante. Así que pues espero haberlos motivado un poco para que al menos no la descarten a priori en su próxima visita al cine; si les interesa el tema y tienen tiempo, no se la pierdan y por favor no esperen nunca que la expresión artística se sujete a nuestros estándares mentales personales.
Nota original de Juan Carlos Hernández Barrios
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